Ayer tuve la oportunidad de asistir a
la sesión previa al IV
Congreso Internacional EDO organizado por la EAPC, el CEJFE
y el Equipo EDO de la UAB, que justo
empieza hoy día 11 de mayo.
Realmente fue inspiradora y me
encantaron las tres visiones o enfoques sobre la realidad que se intuye tras
del título de la sesión. El espléndido trabajo de Mikel Gorriti sobre su
propuesta de gestión del conocimiento en la AGPV, el maravilloso approach “emo visual” de Manel Muntada y su
trabajo sobre el valor de la memoria y la preciosa artesanía explicada por Bea Aguer sobre la anticipación a la pérdida de capital en l’EAPC.
El motivo del presente post, no es
valorar las ponencias, sino la reflexión que quedó en el aire y me preocupa
respecto a la descapitalización masiva de trabajadores públicos en los próximos
años.
Jesús Martínez, con
toda la intención, preguntó en un momento dado qué pasaría si no se hace nada
respecto a ser proactivos ante esta situación. La respuesta que planeaba en la
mesa de ponencias y en parte del ambiente general, y esto es una percepción totalmente
personal, es que en realidad no pasaría gran cosa o en todo caso lo que ya ha
sucedido en el pasado. Las personas parten de cero en el aprendizaje y todo se irá
poniendo poco a poco en su sitio a medida que van aprendiendo gracias a la
construcción de sus propias experiencias.
Seguramente, si esto se llega a dar,
nadie moriría de disgusto ipso facto.
Pero más allá del hecho futurible, realmente yo veo una situación preocupante.
Muy preocupante. La marcha masiva de personas en la administración pública, y
su saber, hiere de muerte a ésta. Lo hace porque la va hacer más vulnerable a
ser privatizada, a no prestar el servicio que se le demanda (en tiempo y forma
que se demanda), en su pérdida de referencia y valores respecto a la “cosa
pública”, etc. Y esto estoy convencido que no lo veo yo solo.
Hay aspectos que seguramente se
deben abordar antes, o a la par, como son la voluntad y la valentía política
para enfocarse en las mejoras que hace tiempo se tenían que haber tomado respecto
a selección/provisión de plazas, desarrollo holístico de las personas en su
carrera profesional dentro de la administración y valor del desempeño de éstos,
por un lado y outputs de los servicios que se prestan a nivel agregado, por
otro, tal como comentó Mikel Gorriti.
También apuntó la falta de madurez de los representantes de los trabajadores
respecto al abordaje de los grandes temas.
Lo que pasó hace antes respecto a la
marcha de personas de la administración no va a pasar igual ahora. Primero
porque esta marcha va a resultar mucho más significativa en número y segundo, y
más importante, porque la sociedad ha cambiado. La sociedad como receptora de
los servicios de la administración y la sociedad como componente de la propia administración.
Se ha ganado en consciencia de lo que cuestan los servicios públicos,
especialmente después de los periodos de crisis económicas, y por tanto se
exige más y mejor. A la par, los propios empleados públicos no son impermeables
al cambio de sensibilidad social y ven que las cosas no se hacen como se deberían
hacer.
Tampoco creo que no haya pasado nada
en estos años de “hacer todo con el mínimo dinero y sin nuevas incorporaciones”.
Se comentó que la sensación, en realidad, era que tampoco se habían notados
cambios drásticos en las organizaciones públicas respecto a los outputs que se
generan.
Yo no tengo datos objetivos para defender
si los outputs han sido dados en el mismo número y la misma calidad que,
digamos … en el 2008.
Pero lo que sí veo, en mi organización
y en otras de carácter público, es que los climas internos se han visto enrarecidos,
anquilosados, entristecidos. Se ha ido asumiendo trabajo forzadamente y poco se
ha movido por dentro para incentivar a los que quedan. Y a nadie le ha
importado. ¿Algún responsable público se atreve hacer una estudio de clima en su
organización ahora mismo? Decir que no
ha pasado nada es duro de escuchar para según quien.
Quiero acabar el post con una
reflexión muy interesante que realizó Sylvia Alonso sobre la
generación que se marchará en los años venideros y que ha sido la protagonista
de la construcción pública en la democracia moderna de este país. Los pioneros
en muchísimos campos y ámbitos de lo público. Los que tenían que empezar casi
de cero, o sin el casi, de verdad. Sus aptitudes y actitudes para llevarlo a
cabo no han sido registradas ni evocadas en ninguna parte. Y estoy de acuerdo que
es una lástima.
Quizás todavía se esté a tiempo de
ligar aquellos momentos para que sirvan de inspiración y luz a éstos.
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